lunes, 29 de diciembre de 2014

Reflexiones Navideñas Fenixianas.


En medio de guerra, tragedia y luces navideñas, esta semana descubrí que algunos hombres adultos tienen un secreto llamado poemario de sueños. En alguna parte de su encubierta mente, apuntan las cosas tiernas que la sociedad no les permite expresar.
Hacen anotaciones mentales y cursis de ocasiones especiales, tales como el día que le enseñan a otro amigo a andar en bici a los 27 años o su miedo a arañas y gusanos. Si se ven descubiertos por los otros hombres en público ante sus blandos sentimientos, encogen el cuello como tortugas, lo niegan rotundamente y dicen> !chinga tu madre!
Asi es, te puedes encontrar con todo tipo de contrastes en el cuarto de un dealer, como fríos contraluces, buenas platicas y oscuros afectos, y quizá sea por eso, que como ellos no pueden expresarlo mi inconsciente decidió tomarselos prestado.
Probablemente por eso anoche, soñé que unos jóvenes delincuentes me invitaban a vender helados en un viejo y oxidado triciclo, en el cual no habia tales, no habia nada, solo un pequeño pájaro rojo en una jaula. Si viraba la manivela del triciclo, el pequeño pájaro cantaba la canción. Y entonces así es como en tiempo de sueño, a tres días de que acabe el año, me convertí en la chica vándala del viejo triciclo que trafica con música de helados.
Y a esos mismos tres días de culminar el a;o, después de pasar una semana a solas con mi padre, sin intervención del lenguaje y mi madre, caigo en la cuenta de lo mal que he hecho.
Que a mis 27 inviernos, diez mil soles, más de trescientas Lunas y varios corazones rotos, sospecho que, si no hubiera nacido en posicion de niño como dijo el doctor, si no tuviera tantos remolinos en la cabeza como dijo el peluquero hoy y hubiera sido una niña convencional que se identifica con su madre y quiere pasar más tiempo con su padre, quizá hubiera podido comprender mejor y a más temprana edad a esos singulares sujetillos a los que nuestra sociedad comúnmente denomina "varones".

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